7/1/17

APICULTORES ECOLOGICOS COMO YO…. Y LA ABEJA PEQUEÑA.


Cuando se habla de apicultura ecológica hay que entenderla en dos aspectos. De una parte, nos referimos a la calidad de los alimentos obtenidos y a la ausencia de residuos químicos en los mismos, y de otra parte, está el cuidado de los animales con los que trabajamos, es decir, las colonias de abejas.
En el primer aspecto, se pone mucho énfasis tanto en la parte comercial, a cargo de los productores e intermediarios, como en el control de los productos, a cargo de los Consejos de Producción Ecológica (a través de analíticas, etiquetado, etc.).
Sin embargo, en el manejo de las colonias de abejas se puede ser un "explotador" y producir miel ecológica, o un "cuidador de abejas" al que le preocupa el bienestar de las abejas y el respeto que siente por ellas es un ingrediente sutil en la miel que producen. Personalmente, prefiero ser cuidador de abejas, siendo consciente de que el modelo idóneo para ellas es la vida en estado silvestre, sin la intervención humana. Pero cuando he conocido la apicultura, las abejas difícilmente son capaces de subsistir en los bosques porque ya han recibido demasiadas manipulaciones, como tantos otros animales domesticados, que están acosadas de enfermedades y parasitosis. Por lo tanto, me sostengo en un frágil equilibrio entre vivir por y para las abejas. Así, partiendo de esta situación de vida y en mi afán de ser un "cuidador de abejas", estoy vivenciando lo que les vengo a contar, y que es motivo para hacer una parada y reflexionar.
LAS TECNICAS EN APICULTURA
Muchas técnicas utilizadas en apicultura ecológica no son más que las mismas técnicas utilizadas en apicultura convencional, con algunas pinceladas que la diferencian. No se ha creado una apicultura que nazca realmente de las necesidades de las abejas. Por ello, a medida que he empezado a trabajar en solitario con las abejas, he desestimado algunas técnicas "de libro" porque, al imaginarme que yo soy esas abejas, no me siento bien con lo que hago. Las abejas necesitan que aprendamos a escucharlas y a observar sus movimientos.
LA AGRESIVIDAD DE LAS ABEJAS.
Las abejas, de naturaleza, no son agresivas y como cualquier otro animal se defienden cuando se sienten amenazadas. Cuando conocí a la Abeja Melipona, que no tiene aguijón (la abeja maya de los dibujos animados), quedé impactado de lo tímidas que son y solamente puedo concebir el aguijón en nuestras abejas como un desarrollo orgánico defensivo necesario para su supervivencia.

EL HABITAT DE LAS ABEJAS.
Hemos trastornado el hábitat de las abejas introduciéndolas en cajones de materiales y formas diversas, las hemos bajado al suelo, utilizamos láminas de cera estampadas con la forma hexagonal (de forma y tamaño errónea) para acelerar el desarrollo de la colmena, hemos provocado un desequilibrio en la población de la colmena porque con esas láminas les condicionamos a criar solamente abejas obreras y apenas hay zánganos (machos), hacemos enjambres y cría de reinas de forma artificial y sistemática, es decir, no solamente cuando ellas manifiestan querer multiplicarse, y por si fuera poco, en la apicultura convencional también se utiliza alimentación estimulante que acelera el ciclo biológico de las abejas y con sustancias como glucosas, sacarosas y proteínas de soja o similares, que no son propias de la alimentación natural de las abejas (a base de miel y polen) y que paulatinamente están debilitando su sistema inmunológico.
OTRAS EXPERIENCIAS.
Así, con todo este compendio de trasgresiones en una rápida hojeada, uno enfoca su mente en aquellas cosas que su sentir dice que no son armónicas, que quisiera cambiarlas pero sin saber cómo. En ese vacío de no saber hacia dónde ir, y mientras parece que todo tu apiario se derrumba por la reciente enfermedad del "síndrome del desabejado CCD" por sus siglas en ingles, (desapareciendo las colonias de abejas y dejando las colmenas vacías), en ese preciso momento, aparecen experiencias alentadoras de la nada.
He conocido la experiencia de Ed y Dee Lusby (un matrimonio de Tucson, Arizona, USA), que desde hace veinticinco años están desarrollado un trabajo de reducir el tamaño de nuestra abeja Apis Melífica, no por capricho, sino porque desde que se empezaron a estampar las láminas de cera con las celdillas hexagonales, el tamaño utilizado era algo mayor que el natural, quizás por aquello de que si la abeja fuera más grande, tendría un buche mayor y podría transportar más néctar; ya saben, egoísmo humano.
Este mayor tamaño también provocó algunas variaciones térmicas, entre otros aspectos, en las colmenas, por lo que comenzaron a surgir problemas de enfermedades y parasitosis. Hablamos de un cambio de 5 décimas de milímetro (de 5,4 mm. a 4,9 mm.), que ha supuesto que las abejas recuperen de su memoria celular los medios para activar nuevamente sus sistemas inmunológicos y defensivos, como morder y expulsar a las Varroas (un ácaro huésped de las larvas y abejas desde los años 1980) y ofrecer una mayor resistencia a las enfermedades sin necesidad de incorporar tratamientos externos.
Fíjense lo que supone para el ser humano tan sólo unas décimas más de temperatura en su cuerpo e imaginen las consecuencias que pueden llegar a tener… También me han transmitido la experiencia de otro apicultor, Michael Housel, el cual, observando un enjambre silvestre en un Parque Nacional, descubrió que además de la maravillosa geometría hexagonal de los panales, también las abejas son muy cuidadosas en la colocación del conjunto, que construyen de forma simétrica. Tan sólo colocando nuestros cuadros de panal en las colmenas con esta simetría, las abejas se manifiestan tranquilas y activas. Como éste, ¿cuántos detalles de la naturaleza apícola pasan desapercibidos a nuestros ojos, en nuestro empeño de imitarlo todo, si bien las réplicas nunca podrán alcanzar la perfección de lo original?
Fuente consultada; Grupo Organicbeekeepers – USA

Apicultor 

Ing. Vicente Giner

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