Varroa, la gran
imitadora
Investigadores
de Francia, Estados Unidos y China vienen trabajando de manera conjunta en
diferentes experimentos que demuestran que la Varroa tiene la capacidad de
imitar la composición química de la cutícula de su hospedador y es capaz de
cambiar su composición dependiendo de las especies que parasita.
Esta
notable capacidad de adaptación podría explicar cómo este parásito de la abeja
asiática ha podido colonizar la abeja europea durante el siglo 20.
La
Varroa destructor es un parásito originario de Apis cerana, la abeja asiática,
pero se ha convertido en poco tiempo en una seria amenaza para la abeja europea
(Apis mellifera), que resiste menos sus ataques. La abeja asiática ha
desarrollado conductas (despiojamiento y verificación de las larvas por las
obreras) que les permiten detectar y eliminar el parásito. Pero estos
comportamientos son más escasos en las abejas europeas.
La
cutícula de las abejas está constituida por una mezcla de cincuenta compuestos
lipídicos –hidrocarburos– que sirven, entre otras cosas, para la comunicación
química. Las abejas son capaces de reconocer la composición de una cutícula y
de ese modo identificar las especies o la edad de un individuo, y también sirve
para detectar sus parásitos, pues la cutícula es diferente.
Estudios
anteriores habían demostrado que la Varroa destructor puede imitar los
hidrocarburos cuticulares de su hospedador y por lo tanto escapar al
comportamiento higiénico de las abejas. En este nuevo trabajo, los
investigadores estudiaron la capacidad de los ácaros, según su origen, para
imitar la composición de la cutícula de un nuevo huésped, una especie
diferente, traspasando ácaros que viven en una colonia de abejas asiáticas a
larvas de abejas europeas y viceversa.
Los
resultados muestran que los parásitos son capaces de imitar los dos
hospedadores, incluso cuando se transfieren de forma artificial. Así, las
proporciones de hidrocarburos de la cutícula de los ácaros cambian después de
la transferencia con el fin de imitar la cutícula de su nuevo huésped.
El
mimetismo químico se mantiene y esta notable capacidad de adaptación podría
explicar cómo este parásito de la abeja asiática ha podido colonizar la abeja
melífera y por qué a ésta le resulta difícil detectar el parásito.
El
análisis de las cutículas también mostró que los ácaros de las colonias de
abejas asiáticas son mejores imitadores que los ácaros provenientes de las
abejas europeas.
Fuente consultada;
Portal Apicola
Apicultor
Ing.Vicente
Giner
No hay comentarios:
Publicar un comentario